viernes, octubre 31, 2014

Dos gotas de mi alma

Regresaron los ocasos grises
seguidos de noches despiertas

Y es que…
mi frío necesita de tus brazos
mi fragilidad, de tu sensibilidad
mis versos, de tus cabales palabras
y esta angustia de tu primera mirada

Dos gotas de mi alma
caen por mis ojos sin brillo

ellas fallecerán procurando
el apogeo de un mar ya vacío

mientras mi quebranto
preguntará por siempre al cielo infinito
¿y dónde quedó el amor?


P-Car

jueves, octubre 23, 2014

Paula

Paula
P orque hoy eres el ángel de mis más bellos silencios
 A mada y noble Paula, que vistes infinitas alas blancas
  U nidas de almas estaremos, hasta el confín de lo eterno
   L ucero de mi vida, que subiste a aumentar la belleza del cielo
    A gradecida absoluta soy y seré de tu existencia
                         
                          …mi adorada hija, dulce, bella
                              …mi luz, mi perpetua compañera

P-Car

Acróstico de Paula, un regalo espontáneo para su mamá Isabel Allende, a quien admiro muchísimo por su esencia, temple y obra. Y para todas las madres del mundo que han vivido el dolor de la partida de un hijo. En forma especial, para mi adorada mamá, por la partida de mi recordada y amada hermana Paulina y a mi querida amiga Iris, por la partida de su queridísimo hijo Max. También para ellos, nuestros ángeles y eternos compañeros, que nos cuidan e iluminan desde el cielo. Paty Carvajal

lunes, octubre 20, 2014

Alondra blanca

Sucederá muchas veces, que llegará a tu ventana una alondra blanca. Ella, te contemplará sin canto. En realidad, ella no será el ave que aparenta. Será… mi alma, que deprimida, te buscará, porque en demasía te extrañará hasta el final de los siglos.

Su amorosa mirada sensibilizará la cumbre de tus poros y humedecerá como nunca antes, tus ojos. Entenderás que soy yo, y te debilitarás, pero debes comprender que ella siempre volará justo antes de que acaricies su plumaje albo.

Sí… ángel mío, que llegaste a mí en el vuelo más puro y transparente de la esperanza, de tenerlo todo, ya no nos queda nada, más que este denso silencio que nos distancia y separa. Silencio infectado de antiguos silencios; mutis que no espera un segundo de tregua, para amargar el borde de los labios. Labios tan llanos de tu boca y de tus versos, que celosos atesoraban el sabor de tus caprichosos besos.

Quisiera alzar mi voz, para desintegrar este silencio en insignificantes esporas, gritándole ¡silencio ignorante! ¡silencio engreído, que nada bueno traes ni dejas!  ¡Vete… y deja que fluya lo bueno! ¡Silencio… que nunca conocerás el mágico silencio del cielo!

Pero la mudez de mi tristeza roba mis fuerzas y aquí me quedo solitaria, sintiendo que la impotencia hace trizas mi pecho, mientras el otro silencio, se mofa a mis espaldas.

Petrificada de dolor, entiendo entre lágrimas, que la felicidad reservada para nuestras vidas, ahora será del olvido, el que ansioso, ya abre su magna boca para devorar este amor y todos los recuerdos que lo escoltan a su último ocaso.

Me desconozco, sí me desconozco… y es que la realidad es demasiado irónica. Si soy la misma que hace un suspiro de tiempo, le sonreía al alba, porque cada noche soñaba que el resto de los amaneceres de mi existencia, despertaría en el más perfecto silencio de tus brazos.

Mi consuelo, es que esto no será más fuerte, que el silencio poderoso de la muerte, aquel mutis solemne, que juntará cada otoño, el polvo gris de nuestras tumbas lejanas.

Lo único imperecedero será que te amo y la alondra blanca de tu ventana, que sobrevolará el arcoíris del infinito de principio a fin, buscando sin paz, el mismo azul que enamoró su corazón, la primera vez que tus ojos, llenos de su esencia…  brillaron de amor.


P-Car

sábado, octubre 11, 2014

Morir


Suceden días grises
y noches de soles dorados.

Existen verdades descaradas
y mentiras extremadamente honestas.

Es curioso, pero germinó el desierto
por sobrevivir un oasis azul
bajo sus arenas blancas.

Ya los sentidos no tienen sentido
si una locura apabullante
es la única respuesta.

Y tú, ahí,
 devorador de inocentes madrugadas,
con tus manos, llenas de estrellas
de vertientes, tus entrañas
y de dulces nostalgias, tus labios.

Deja de contemplarme así,
con esos rayos luminosos y tibios
llenos de éxtasis.

Has de saber…
que tu mirada es mi muerte
y en este instante…
comienzo a morir en tus brazos.



P-Car

jueves, octubre 02, 2014

Luna inmensa

Mientras el tiempo sucede, aquí estoy, bajo una luna que se adueñó de un cuarto de cielo. Quisiera ser ángel para bajarla, hacerla mi pampa y mi manta. Ella es tan blanca y lúcida, tan pura e inmortal. La emoción que me brinda es inconmensurable.
Mirándola, en mi cuerpo mojado por el erotismo de las olas, se desmanda el recuerdo de unas manos húmedas de deseos.
Sí, esta noche, a él…, lo llevo antes que mis pensamientos, pero de una manera diferente.
Esta noche lo extraño, pero no sufro su lejanía. Esta noche lo deseo, pero no estaría en sus brazos. Esta noche lo amo, pero solo cuando lo recuerdo.
Ay, y es que con mi mirada embargada por el infinito, me he permitido acariciar el sueño. Aquel idilio único y perfecto, que estremeció todo mi ser la vez primera que se comunicaron nuestras miradas.
Entre nosotros ya no existe nada, porque nuestros momentos el mismo los robó, así como esta noche me querrá ser robada por el tiempo, junto la locura de volver a soñar con su amor.
Lo nuestro murió, no obstante, en estas horas sin par, pareciera que todo lograría repetirse; las mismas estrellas, las mismas manos unidas, las mismas sonrisas, la luna milagrosa, un ímpetu inusual y el mismo amor por amar.
Amanece. Comenzará un día que no se parecerá a otros. Será el día siguiente a la noche de la luna inmensa, de revivir su cuerpo en mi piel, del más placentero desvelo, de divagar entre las estrellas, de amainar mis pensamientos como lluvia sobre el océano y de todo aquello que una vez me fue regalado. Como su vehemencia, como sus ojos, como su boca, como aquellos relámpagos de amor provenientes de su pecho… y como toda aquella breve eternidad, en que, por saborear un dulce sueño, simplemente nos dejamos llevar y que, en esta noche… y todas las noches de lunas inmensas que no reconocen el olvido, yo… yo lograré quedármela en el alma y doblegar al tiempo.


P-Car