Vida, yo te veía
siempre altivo
siempre de lejos
siempre forastero
siempre imposible.
Un lunoso preludio
viniste como un rayo
como una aparición
como un milagro
como una pompa
-bella, rompible-
y me cediste tu néctar
hecho de miel y de droga.
Fue fugaz, íntimo, temporal.
Sutil, como el ala de un pájaro leve
efímero como el hilo de un suspiro
etéreo como una esperanza celeste
celular como una semilla abstracta.
Sin embargo, amado rito,
amado impío, amado mío
esa grandiosa pequeñez
en mi rendido jardín
sembró un infinito
que cunde y crece
se alza y florece.
.
.
.
P-Car
N°1620 – 23.01.2024
Derechos
Reservados
Propiedad
Intelectual
Protección: Safe
Creative
📷 de Internet
(ante cualquier advertencia
será retirada de inmediato)